El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal.
El distintivo externo de esta inscripción o consagración es el pequeño escapulario marrón. El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la interseción de la Iglesia"
Quien viste el escapulario debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella.
Puede imponerse el Escapulario el 16 de julio (día de la Virgen del Carmen) o en cualquier fiesta de nuestra Madre María Santísima. (Una vez impuesto, puede llevarse en lugar de él, una medalla bendecida de la Virgen del Carmen al frente y el Sagrado Corazón al dorso, (así es el Escapulario de tela), y conservarla cerquita del corazón siempre!) El Escapulario como sacramental, se impone una sola vez (la medalla, si se pierde, puede colocarse otra).
"También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen! Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a todos los religiosos y religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles que la veneran filialmente, para crecer en su amor e irradiar en el mundo la presencia de esta Mujer de silencio y de oración, invocada como Madre de la misericordia, Madre de la esperanza y de la gracia"
Juan PabloII
Consagración a la Virgen del Carmen:
El devoto de la Virgen del Carmen procurará cada día hacer esta consagración a su Madre:
"Oh María Reina y Madre del Carmelo! Vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida es como un pequeño tributo por tantas gracias y beneficios como he recibido de Dios a través de tus manos. Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu escapulario, te ruego que sostengas con tu fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente y aumentes en mí la fe, la esperanza y la caridad, para que cada día pueda rendirte el tributo de mi humilde homenaje. El santo escapulario atraiga sobre mí tus miradas misericordiosas, sea para mí prenda de tu particular protección en luchas de cada día y constantemente me recuerdes el deber de pensar en Ti y revestirme de tus virtudes. De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.
Oh Madre amabilísima! Sostenme con tu amor indefectible, a fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día cambiar tu escapulario por el eterno vestido nupcial y habitar contigo y con los santos del Carmelo en el reino de tu Hijo". Amén.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros!
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