20 de octubre de 2014

Escándalo y necedad?...o un gran Amor...

«Cargar con la cruz» significa hacer el mismo camino que Jesús y ello comporta tres grandes exigencias: el discípulo debe, en primer lugar, negarse a sí mismo, es decir, convertirse de raíz, renunciando a sus propios criterios humanos para asumir los criterios de Dios, que no pocas veces trastocan nuestros juicios y valoraciones. En segundo lugar, debe proyectar su vida en términos de donación, no de posesión; el que apuesta toda su existencia por el tener queda empobrecido en el ser; sólo una vida de entrega y solidaridad es vida en plenitud, porque en su entramado más profundo el hombre está hecho de amor. El discípulo, en tercer lugar, debe testimoniar valientemente su fe, incluso cuando ello le acarree burlas, ultrajes y persecuciones; la fe es una fuerza que ha de regir toda la existencia del cristiano, y no es posible deshacerse de ella a la hora de la prueba.

La cruz, la auténtica, siempre ha sido y será escándalo y necedad. Sólo los humildes y los crucificados pueden entenderla. Y quien la entienda y la viva será el auténtico cristiano.


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