Mil... dos mil tormentas
se han alzado en nuestro viaje.
Y el viento sopla ya
Cada vez más fuerte bramará.
Y tú, Señor, con nosotros, estarás
¿Cómo no dudar, si nos sentimos solos?
Mil... dos mil preguntas
nos desgarran y conmueven.
¿Cómo no intentar, contigo en nuestro barco,
mil.. dos mil victorias
sobre la desesperanza?
¿Cómo no partir, remando mar adentro,
hacia mar abierto,
hacia aguas más profundas?
Padre Eduardo Meana.
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