Jesús es un ejemplo de obediencia para los cristianos y también para
todos los hombres, porque el veneno del Maligno nos ha dejado secuelas,
que aunque hayan sido borradas por el Bautismo, han quedado
inclinaciones al mal, y entre ellas está la de la desobediencia. Porque
nos cuesta obedecer. Sin embargo, Jesús, fue obediente en todo al Padre
eterno, fue obediente hasta la aparente necedad, hasta la locura.
¡Qué distintos el Señor de nosotros, que a veces no queremos obedecer ni siquiera a los que tenemos el deber de hacerlo!
Ya lo dice la Santísima Virgen en una de sus apariciones, que en los
últimos tiempos cada uno querría guiarse por sí mismo, y que no haría
caso a nadie. Pero sabemos que el que se guía por sí mismo, suele
hacerse discípulo de un tonto, es decir, de su voluntad caprichosa.
Aprendamos de Jesús la obediencia, no sólo a la autoridad espiritual y
civil, sino también a todos, porque el Señor también obedeció a sus
verdugos, cuando le decían que se extienda en la cruz así lo hizo, o
cuando le pidieron que se desnudara para ser crucificado, así lo hizo
también.
Seamos más obedientes para imitar al Señor que fue
obediente hasta la muerte y gracias a esta obediencia nos salvó de la
desobediencia de pecado.
¡Alabado sea Jesucristo!
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