Oh Señora mía, oh Madre mía,
con filial cariño vengo
a ofrecerte en este día
cuanto soy y cuanto tengo:
mis ojos para mirarte
mi voz para bendecirte
mi vida para servirte
mi corazón para amarte.
Acepta Madre este don
que te ofrenda mi cariño
y guárdame como niño
adentro en tu corazón.
Aunque el dolor me taladre
y haga de mí un crucifijo,
que yo sepa ser tu hijo,
ya que sé que eres mi Madre.
En la dicha, en la aflicción
en mi vida, en mi agonía,
mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
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