"El mundo globalizado, la sociedad del
consumo, las corrientes de pensamiento cada vez más diversas y opuestas a
Dios, sumen a la persona en un torbellino de ideas en contraposición,
las cuales terminan hundiendo a la persona en un mar de confusión. Hoy más que nunca el discípulo de Jesús necesita estar continuamente renovando y reafirmando su fe.
El creyente de hoy necesita estar seguro de su fe y saber establecer el
limite entre lo humano y lo divino. El discípulo de Jesús ha de tener
la firmeza para saber separar entre lo humano y lo divino, siendo capaz
de agradar a Dios con su existencia cotidiana y siendo a la vez un
ciudadano integro y cumplidor de sus deberes".
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