¡Oh, templo augusto del amor! Tu nombre
es emblema de paz y de consuelo.
Eres luz en la tierra y en el cielo,
vida y calor y aliento para el hombre.
Arbol eres munífico y fecundo
que sólo vive para dar la vida;
hasta del mismo Dios fuiste escogida
para encarnar al Redentor del mundo.
Sin ti la Creación no comprendiera
por qué eres alma, corazón y esencia,
fuerza y virtud. La humanidad entera
debe llevar muy honda en la conciencia
que sin tu amor, oh madre, no pudiera
con el peso fatal de la existencia.
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