De la Carta del Apóstol San Pablo a los romanos (12,9-12): Que
vuestra Caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo
bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a
los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en
el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que
la esperanza os tenga alegres; estad firmes en la tribulación, sed
asiduos en la oración.
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En primer lugar tomad conciencia de que el Santo Matrimonio no es cosa vuestra. Es Dios el que os necesita unidos para hacer un gran bien en este mundo. Es Dios el que cuenta con cada uno de vosotros y por ello nunca os faltará su gracia para vivirlo conforme a los planes que Dios tenga para vosotros. No sois dos, sois tres. Y Dios es el centro. Siempre que lo quitéis del centro, el mundo se pondrá en su lugar y vuestro Santo Matrimonio peligrará.
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El contraer Matrimonio es una llamada que Dios os hace a la SANTIDAD. Es decir, una gran responsabilidad. Tenéis que ser desde vuestro matrimonio luz del mundo y sal para la tierra. Vuestro mundo y vuestra tierra en primerísimo lugar será vuestro hogar, los hijos… Los que se acerquen a vuestro hogar tienen que llevarse la luz de Dios, vuestra oración, el amor, el perdón… Tenéis que ser TESTIGOS de Cristo muerto y resucitado.
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Para ser un matrimonio Santo es importantísimo que seáis un hombre y una mujer de oración, personas profundamente metidas en el Corazón de Cristo. Y personas profundamente acostumbradas al sacrificio, a la abnegación, al saber bajar la cabeza, saber ceder por el otro, saber bajar la cabeza por que haya paz en el hogar. Evitar siempre la división del hogar. El demonio siempre quiere cargarse la unidad familiar, por ello luchad por ella con uñas y dientes.
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Sed muy transparentes el uno con el otro, no guardaros nada. Todos somos humanos e imperfectos. Nunca escandalizaros por las meteduras de pata que ha podido hacer el otro. En las mismas circunstancias cualquiera podría haber caído también. Hay que saber perdonar y esperar. Cada uno tiene su tiempo de maduración, de darse cuenta de las cosas. Hay que tener MISERICORDIA ante las pobrezas del otro. Por ello NO TARDAR en buscar un padre espiritual para vuestro matrimonio, un sacerdote de buena doctrina que os ayude a crecer, a madurar y a ser mejores cristianos; y que lo tengáis disponible para confesaros en cualquier momento que lo necesitéis.
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Ponte muchas veces en el lugar del otro. No pienses solo en ti. Piensa en las necesidades del otro antes que en las tuyas. Cada uno tiene que ser el último para que el matrimonio sea feliz. Y estad siempre dispuestos a cargar con las cargas del otro.
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Confesaros con un sacerdote como muy tarde una vez al mes, y si podéis todas las semanas mucho mejor. En la Confesión Dios derrama una gracia muy especial y da os da luz y fuerza para caminar por el bien.
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Compartid juntos un paseo, una película en el cine, una cena, una conversación… Pero solos. Cuando tengáis hijos dejadlos de vez en cuando con los abuelos o con unos buenos amigos. Tened tiempo para vosotros. Interesaos por vuestras cosas. Vuestras luchas, vuestras ilusiones, vuestros sufrimientos, vuestras alegrías… es muy importantes que las compartáis. En el matrimonio hay que hablar mucho. Cuando se deja de hablar de lo que llevamos dentro el amor se debilita. En cambio la ilusión por sorprender al otro, por saber que le gusta, que le ocurre… Es buena tierra para un Matrimonio Santo.
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Estad muy unidos por la fe. Y nuestra fe se alimenta de muchas maneras, pero especialmente en la Santa Misa Dominical. No faltéis nunca juntos a la Santa Misa, y sentaros juntos. No haced como esos matrimonios que ya no se quieren y se sientan cada uno en una esquina de la iglesia. Vosotros juntos. Para juntos alimentaros de la Palabra y de la Eucaristía.
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Todas las mañanas de rodillas ante Dios, haced la señal de la Cruz y poned vuestra familia bajo la protección de la Trinidad Santísima. Besad el suelo y decid: Serviam (Te serviré Señor). Haced el ofrecimiento de obras. Y pedid el auxilio de la Virgen y el acompañamiento de vuestros ángeles de la guarda. Poneros agua bendita.
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Que no haya una noche que os vayáis a la cama sin daros un beso, hacer examen de conciencia y rezar tres Ave María en Cruz que son prenda de salvación eterna y además lo ofrecéis por la Pureza, la conversión de los pecadores y la Salvación del mundo. Y no os vayáis nunca a dormir enfadados. Antes de ir a dormir todos en el hogar deben estar Reconciliados y en la Paz del amor. Rociad la cama y vuestras frentes con agua bendita.
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Es muy importante que al menos una vez a la semana vayáis juntos al Sagrario, y allí de rodillas frente al Señor, postrados ante Dios, pedid que se fortalezca vuestro matrimonio, pedidle perdón por si no le estáis dando toda la gloria que tenéis que darle con vuestra unión, encomendad a vuestros hijos, a vuestras familias… Y terminad con esta oración: Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la Conversión de los pobres pecadores. Te pido en especial: Por el Papa y sus intenciones, por nuestro Obispo y sus intenciones, por todos los hogares de Marismillas, por nuestro párroco y sus intenciones…Y tras rezar un ratito, llevaros vuestros nuevos testamentos (de la misma edición) y leed al menos un capitulo abierto al azar.
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Todos los Domingos al atardecer ante un pequeño altar en vuestro hogar donde haya una Biblia, un Crucifijo, Agua Bendita y una fotografía de la Virgen, haced vuestra consagración y la de toda la familia al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Invocad al Espíritu Santo sobre vuestro hogar. Y pedid la protección de la Santísima Trinidad sobre vuestra familia. Los sábados rezad juntos frente a la fotografía de la Virgen una Salve.
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Cada día rezad del Santo Rosario en familia. Este será el arma más poderosa para vuestro matrimonio y vuestra familia. El demonio os tentará con mil líos, problemas, cansancio… Pero ahí os lo jugáis todo. Aunque sea un solo misterio, ni un día desde que os caséis dejad de rezar el Santo Rosario.
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Recordad que lo más importante en el hogar es la unión del matrimonio. Si vosotros no os queréis vuestros hijos no serán felices, si vosotros no os perdonáis vuestro hijos no serán felices…Vuestros hijos tienen que ver que os amáis, que os dais un abrazo de vez en cuando, que tenéis palabras de respeto y cariño entre ustedes, que os preocupáis el uno del otro. No martiricéis a vuestros hijos con la frialdad. Los pollitos tienen que crecer en el calor del hogar, y el calor del hogar es el cariño, la comprensión.
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Que nunca os vean vuestros hijos mentir, hablar con brusquedades, decir palabras feas… Vosotros seréis los maestros de vuestros hijos, y si no sois buenos maestros creareis pequeños monstruitos llenos de odios y rencores. Si os ven perdonar ellos perdonaran, si os ven amar ellos amaran… Y nunca pongáis a los hijos en contra del otro, eso es una locura que trastorna a los niños. Los padres tienen que ser una sola educación, una sola directriz, un solo plan… Las deliberaciones en la intimidad. A los hijos razones claras y firmes.
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Nunca hablad con vuestras respectivas familias de vuestros problemas o situaciones matrimoniales, ni con los amigos. Las cosas del matrimonio y el hogar, en casa se queda. Si no, luego corre peligro la unión del matrimonio con el resto de familia y amigos. La familia y los amigos son para quererlos no para desahogarnos con ellos sobre los problemas de la intimidad del hogar. Tened un padre espiritual que os ayude en los problemas.
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Sed un matrimonio generoso. No pongáis medios anticonceptivos en vuestra relación conyugal, que eso pone muy triste al Señor. Asesoraros sobre los medios naturales. Y además, Dios bendice a las familias con cada hijo que llega. No tengáis miedo, sed valientes y Dios os recompensará. Nunca os faltará lo necesario. Rezad y ofreced muchos sacrificios para que se dejen de cometer los abortos, que son crueles asesinatos que dañan mucho el corazón del Señor y la Virgen.
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La Salvación de vuestro hogar se juega en gran parte en que seáis un hombre y una mujer de Dios, nunca dejéis de rezar por la conversión de cada uno de los que formáis el hogar.
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Que siempre crezcan vuestros hijos sabiendo que sus padres ejercitaban la caridad con los más pobre, los enfermos… los más débiles. Bendecid siempre la mesa antes de comer: SEÑOR BENDICE ESTOS ALIMENTOS Y A QUIENES LOS HAN PREPARADO, DALE PAN A LOS QUE TIENEN HAMBRE Y DANOS HAMBRE DE TI A LOS QUE TENEMOS PAN. POR JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR. AMÉN.
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Sed positivos, alegres. No critiquéis. Amad a vuestros enemigos y perdonadlos con el perdón del Señor.
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En la circunstancias difíciles, cuando las cosas cuestan sacrificio… Ofrécelo al Señor y a la Virgen: Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores, por las benditas almas del purgatorio, por la santidad de los sacerdotes, por las familias cristianas y en reparación por los pecados cometidos contra tu Sagrado corazón y el Inmaculado Corazón de María.
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Cuando nos faltan las fuerzas para llevar a acabo algún trabajo, alguna penitencia, alguna abnegación: POR TU GRACIA SEÑOR Y CON LA FUERZA DE TU ESPÍRITU SANTO… Que yo pueda hacer tal cosa, que yo pueda soportar esa otra…
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Recordad que cada día en esta tierra nos estamos jugando el cielo o el infierno, no tenemos más tiempo que el que pasemos en esta tierra para decidir donde pasaremos toda la eternidad.
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