Vos sois, ¡oh María! la verdadera mujer fuerte en quién el Señor ha encontrado
reposo, y a quien ha hecho depositaría de todos sus tesoros. El universo entero
honra vuestro casto seno como el verdadero templo de Dios donde ha comenzado la
salud del mundo, y donde se ha efectuado la reconciliación entre Dios y el
hombre.
Vos sois el paraíso cerrado donde no ha podido penetrar el pecado para
devastarlo; Vos sois el hermoso jardín en que Dios ha colocado todas las flores
que adornan su Iglesia, y entre otras la hermosa violeta de vuestra humildad y
la aromática rosa de vuestra caridad. ¡Oh, Madre de gracia y de bondad! ¿A quién
podremos compararos? Vos sois el paraíso de Dios; de Vos brota la fuente de agua
viva que riega la tierra y la fecunda; vuestros sufrimientos en el Calvario os
han hecho merecedora de ser el acueducto saludable del género humano, y por Vos
ha recibido el mundo inmensos beneficios. Dignaos hacer que lleguen hasta
nosotros los benéficos efectos de vuestra poderosa influencia, para que lavados
en sus purísimas aguas, podamos algún día ser admitidos en el reino eterno en
donde no tiene entrada la más leve mancha. Amén.
Bendiciones!!!
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